Reflexiones Diarios

No es vuestra la guerra, sino de Dios

 
No es vuestra la guerra, sino de Dios
 

 

No es vuestra la guerra, sino de Dios

 

La situación actual amados hermanos es por demás desoladora, sigue existiendo la persecución de la iglesia, hay quienes siguen muriendo por el nombre de Jesús.

 

No son pocos los que nos persiguen, al contrario son muchos y son fuertes, que haremos hermanos ante esta situación, la respuesta está aquí:

 

2 Crónicas 20:12-15 “12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. 13 Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos. 14 Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; 15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.”

 

Recientemente fuimos convocados en la Iglesia a una reunión de oración, pero la invitación fue para familias enteras, no importando edades de los niños y nos separamos por familias y oramos juntos cada familia, dándole lugar a cada miembro, haciéndoles saber a los más pequeños la importancia de orar y depender de Dios.

Así hermanos estaban reunidos todos los de Judá delante de Jehová, con sus mujeres e hijos, venia una gran multitud contra ellos, tanto moabitas como amonitas se habían reunido en su contra y con sus fuerzas no podrían dar batalla, sin lugar a dudas serían destruidos.

El rey Josafat se humilló delante de Dios, pero no lo hizo solo, sino que convoco a ayuno a todos y clamó a gran voz, no se aparto a nadie en el clamor, no se pensó si los niños entenderían o no, no se pensó si sabían o no, no se pensó si eran demasiado pequeños y era mejor se quedaran en casa o que alguien los cuidara, no de ningún modo estaban allí todos delante de Dios.

La respuesta por supuesto fue favorable, el Señor reconoció la humillación del pueblo entero, tomo pues la guerra en sus manos y ¿quién podrá contra Dios?, nadie, absolutamente nadie.

Hermanos tomemos a nuestros hijos y a nuestras esposas, clamemos juntos cada día para que el Señor nos proteja, enseñémosles desde pequeños a depender por completo de él y tengamos por seguro que no debemos temer porque hoy el Señor nos dice:

“No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.”

Audiencia con Dios

 
Audiencia con Dios
 

Romanos 8:16 (Nueva Versión Internacional).

La gracia de Jesús va mucho más allá de la salvación y la vida eterna. Por medio de Su sangre Él nos ha hecho coheredaros de todo cuanto Él posee, incluyendo el título de hijos de Dios. Y un hijo conoce mejor que otros a su padre. Y siendo hijos de Dios, nosotros tenemos grandes privilegios en comparación de aquellos que no tienen al Todopoderoso por Padre.

 

En el tiempo de los reinos los reyes juzgaban las causas de sus pueblos. La gente solicitaba ver al rey, y eso era un gran evento. Pero no todos encontraban favor de ser atendidos por los reyes. Actualmente nuestras sociedades son gobernadas por autoridades que Dios ha puesto, y de la misma manera ellas juzgan los casos de cada nación. Conseguir una cita con los gobernantes de nuestros países es sumamente difícil, pues sus agendas generalmente se lo impiden. Ahora, supongamos que los hijos de los reyes e hijos de los gobernantes que hago referencia quisieran tratar un asunto con ellos, seguramente el contexto de esa audiencia sería totalmente diferente. Los hijos solamente tendrían que ir al cuarto de su padre y hacer sus peticiones. El asunto se resolvería en una charla entre un padre y su hijo. Eso exactamente hizo Jesús por nosotros. Nos hizo hijos del Rey de Reyes y Señor de Señores. Todo está sujeto a Él. No hace falta que tengamos tanta formalidad o rituales para tener acceso al Padre, más solamente buscarle y Él nos atenderá.

Acércate al trono de la gracia de Dios. Confiado en que Él es tu Padre. Mantén una relación de confianza y dialogo con Él. En vez de complicar tu vida consiguiendo audiencias con las personas que aparentemente están en control de tu situación, mejor ten una charla con tu Padre. Y Él resolverá cualquiera de tus asuntos.

Eres hijo de Dios, entra confiado a Su presencia.

 

Estar donde debes estar

 
Estar donde debes estar
 

Difícilmente cuando uno transita en soledad un valle de lágrimas, mira hacia arriba y se goza con un cielo azul brillante que el Señor nos regala. Cuando en medio de la tristeza el rostro del Señor parece esconderse, el corazón se quebranta, el alma se cierra como un puño apretando el dolor. Días atrás me quebranté y postrado, entre lágrimas, gritos y sollozos clamé: “¡Señor! ¡Ya no puedo más, no puedo más… no puedo más…!! ¡Por favor, haz algo!!!”

 

Como una película pasaban constantemente por mi mente escenas de mi vida. Eran los peores momentos, esos que te faltan los días de tu vida para arrepentirte y quisieras volver el tiempo atrás para detenerte y no haber tomado esas decisiones, no haber cometido esos actos que te llevaron hasta este punto. En la certeza, la convicción de que el actual estado es resultado de tanto extravío, tanta desidia, tanta mala elección sin tener la capacidad de discernir ni la visión para anticipar las consecuencias de mi proceder. ¿Te has sentido así alguna vez?

Hace ya más de treinta años, a mis jóvenes diecinueve años de edad dí un portazo en la iglesia en la que conocí al Señor como mi Salvador y en la que pasé por las aguas del bautismo. “A veces me dan ganas de salir corriendo” me comentaba una amada hermana días atrás. Pues bien: a mí también me dieron ganas de salir corriendo y sin más ni más ¡eso es efectivamente lo que hice! Lejos estaba de saber entonces, que lo peor aún estaba por venir. Es que el ciclo continuó repitiéndose en el transcurso del tiempo. Llegar a una iglesia, elaborar el duelo del fracaso de la iglesia anterior, recuperarme, comenzar a trabajar… hasta que algo se desequilibra, comenzar a decaer nuevamente, hasta llegar a un nuevo portazo. Un ciclo se cierra, otro nuevo comienza.

En lo secular, no ha sido muy diferente de lo anterior. Un día dejé el mejor trabajo que tuve. Allí, lo poco que sabía, lo que tenía y lo que era, funcionaba, servía, era valorado y tenía progreso. Sin embargo, tras catorce años de labor dejé ese trabajo creyendo que mi ciclo estaba allí agotado. Los años siguientes fueron más de lo mismo; llegar a una empresa, recuperarme del fracaso anterior, comenzar a caminar… hasta que las cosas comienzan a complicarse… decadencia y nuevamente portazo. Siempre haciendo ciclos sin poder arribar a ninguna parte. Tanto tumbo hubiera valido la pena si significara algún progreso. Lamentablemente no fue así. Nunca he experimentado tanto desprecio, humillación, falta de respeto, destrato.

Y esto, sólo a modo de ejemplo en dos áreas que considero muy importantes. Pero descubrir, entrar en la convicción de que son muchos los años desperdiciados en LOS QUE TODOS LOS AMBITOS DE MI VIDA HAN SIDO ASÍ; que la actual condición es porque he estado en un tirabuzón descendente cada vez más cerca del desastre inminente sin remedio; tal vez ha sido lo que más ha dolido, lo más desmoralizante, cual espina que taladra el alma.

Pues bien, todas estas cosas derramé delante del Señor aquella noche. Y no tengo empacho en hacerlo público, en la certeza, en la convicción de que Nuestro Amado Señor puede edificar una vida, hacer una bendición de los despojos de este quebranto entregados, abandonados en sus rotas pero dulces manos de amor.

Sin embargo, Dios tenía preparado para mí un alivio, un bálsamo para el espíritu quebrantado de este siervo. Hace casi diez años llegué a una iglesia que me abrió sus puertas y su corazón. Recuerdo que llegué a esa comunidad creyendo que Dios ya no quería saber más nada conmigo, que mi vida estaba terminada. Sin embargo, Dios allí tuvo a bien levantarme y poner en mis manos un gran ministerio, que aún hoy tengo la bendición y el privilegio de continuar ejerciendo. Pero a pesar de todo ello, un día emprendí la partida en la sincera certeza de que mi ciclo en ese lugar estaba terminado.

Casi tres años después retorné a esa iglesia. Me sirvió para CERRAR y ROMPER el último de los ciclos. Satanás es creador de ciclos, pero Dios es trazador de destinos. El adversario puede tenerte años dando vueltas sobre lo mismo, en algunos casos, toda una vida; desgastándote, limándote, erosionando tu espíritu sin poder llegar a ninguna parte hasta no querer saber más nada con Dios. Dios, en cambio; independientemente de las personas y de las circunstancias, si te saca de un lado es para ponerte en uno mejor donde más y mejor bendición seas, tanto para ti como para los que están a tu alrededor. “Dios no me quita nada, me cambia figuritas”, dice un amado amigo.

Dios hizo que haber regresado a esa comunidad me abriera las puertas de un evento en el cual pude reencontrarme con amados hermanas y hermanos con quienes me tocó servir hace muchos años. Éramos un grupo muy unido y juntos servíamos con lo que sabíamos, lo que sabíamos hacer y lo que teníamos… en pocas palabras con todo lo que éramos. Pero algo malo sucedió en aquella pequeña comunidad y como si una bomba hubiera estallado en medio de todos nosotros, terminamos esparcidos cada uno por su lado. En aquella época éramos jóvenes y algunos, niños aún. Hoy, todos somos padres y madres de familia y todos con un ministerio; dos de ellos, pastores. Uno de estos últimos, el más chiquito de ese entonces, ordenado pastor en este evento.

Entonces, terminé de caer en la cuenta de que todo lo que tengo, mis conocimientos, lo que sé hacer… en pocas palabras todo lo que soy; en esta comunidad sirve, funciona, es de bendición. ¿Por qué no lo pude ver así entonces?

Rick Warren dice que “la iglesia perfecta no existe, y si la encuentras, no te serviría de nada, puesto que tú mismo no eres perfecto”.

La iglesia en la que Dios te abrió las puertas; esa en la que lo que tienes, lo que sabes, lo que haces, en pocas palabras, lo que eres… sirve, funciona, es de bendición… Esa iglesia en la que lo que tienes, lo que sabes, lo que haces… todo lo que tú eres; además de servir, funcionar y ser de bendición, a pesar de las dificultades, de las personas y de las circunstancias; también progresa, se expande, crece, avanza… ¡Esa es la iglesia perfecta para ti! Y esto es válido no solamente para el ámbito eclesiástico. En lo secular y absolutamente en todos los ámbitos de la vida es así.

Hoy, alzo mis ojos al cielo y puedo ver la belleza de un cielo azul radiante. Hoy puedo ver que los problemas no se han ido, que siguen estando allí y que no existen las soluciones “mágicas”; pero estoy donde debo estar y que todo lo que tuve que pasar fue necesario para que este terco y rebelde corazón por fin aprendiera la lección y renaciera una tenue luz de esperanza donde ya no la había.

Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

(2 Corintios 4:15-18 RV60)
 

La Palabra de Dios crece y prevalece

 
La Palabra de Dios crece y prevalece
 

Hechos 19:8-12. Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tirano. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

Pan de Vida

La Palabra de Dios es su simiente, la Palabra de Dios es Jesús, la Palabra de Dios es Dios mismo. Es por eso que Dios siempre respalda Su Palabra, pues ella es el semen que da nuevos hijos, siempre da frutos. La palabra rhema, fluye mediante el Espíritu santo que nos fue dado a cada uno de nosotros, mientras que la palabra logos es su conjunto para dar vida abundante a Su nación y a Su Iglesia. La Palabra es en esencia Dios. Grande es este misterio.

Es por eso, que la Palabra de Dios crece y prevalece. La Palabra debe ser recibida en nuestros corazones para que pueda gestarse y dar frutos en nosotros. El verdadero crecimiento de la iglesia lo da la Palabra implantada en cada uno de nosotros, en la medida que creamos y vivamos la Palabra Cristo podrá hacer uno con nosotros al mezclarse y perfeccionarnos en santidad a fin de poder ver la Gloria de Dios y hacer parte de su Reino venidero.

Para que la Palabra se constituya en ti debes recibirla, meditarla, predicarla; pues la fe es por el oír la Palabra. Cuando la recibes la oyes, cuando la meditas tu mente la oye, cuando la hablas la oyes. Seamos oidores de la Palabra si queremos crecer en Cristo Jesús.

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. 2 Cor. 4:7

Después de conocer a Cristo, uno de los deseos que surge con mucha fuerza en nuestro corazón es el de servir a Dios, y apasionadamente empezamos a hacer cosas para él. Aquí es muy importante tener en cuenta fundamentos cómo los que nos enseña el texto de hoy: 2 Cor. 4:7.

Podemos considerar por lo menos, tres frases significativas aquí:

1. “éste tesoro”: con éstas palabras, el apóstol Pablo se refiere en contexto al ministerio, resaltando lo valioso y preciosos que es, por tanto, debe ser conservado con sumo cuidado, recordando que es una riqueza del cielo puesta en la tierra.

2. “vasijas de barro”: expresión con la que el apóstol se refiere a las personas que llevan el ministerio, destacando su humanidad (debilidades, errores, fragilidad, etc), y su necesidad de depender de Aquel que los llamó, pues una vasija de barro no es fuerte en sí misma.

3. “la excelencia del poder sea de Dios y no de los hombres”: en ésta frase Pablo destaca cuán sobrenatural son los dones de Dios, el término excelencia aquí traduce también “grandeza extraordinaria”, que Dios deposita en sus hijos conforme a Su voluntad. Sin embargo, también Pablo por el Espíritu nos enseña que esa excelencia es de Dios, para la gloria de Dios y no para los hombres. Es por eso que los siervos de Dios debemos tener en cuenta que somos vasijas de barro, y que el alfarero y dueño es el Señor.

Es por la gracia de Dios que hoy tenemos salvación, y que tenemos el privilegio de participar de Su obra. La excelencia de Su poder, de la que hemos hablado, se manifiesta con mayor resplandor en aquellos que con corazón manso y humilde, procuran que su Nombre sea glorificado, pues finalmente el poder es de Dios.

Reflexión final: Dios nos ha alcanzado con Su gracia, dándonos salvación e impartiendo en nuestra vida dones para servir en Su reino, persevera con gozo en tu servicio al Señor Jesús, sabiendo que es por su poder que podemos hacerlo. Aunque tu entorno sea difícil y adverso, recuerda que es temporal, y que Jesús venció y ahora vive en ti.

 

Cuando las cosas no van como esperamos

 
Cuando las cosas no van como esperamos
 

Cuando las cosas no van como esperamos es fácil rendirse, tirar la toalla, detenerse y hasta pensar que algo malo hemos hecho y por esa razón las consecuencias que estamos obteniendo. Pero la realidad es que a veces no es que hayas hecho algo malo, ni que estés “pagando” algo que alguien más hizo, es simplemente que te toco vivir esa experiencia a ti y Dios muy bien sabe que eres lo suficientemente fuerte como para resistir y salir victorioso.

 

Humanamente es fácil pensar en rendirse ante los problemas que se nos presentan, pero ¿Qué pasaría si siempre nos rendimos ante los problemas?, lo que pasaría es que no conoceríamos a Dios como Él quiere que lo conozcamos, cómo ese Dios Todopoderoso.

Pueda que las cosas no estén saliendo como quisieras que salieran, pueda que los problemas lejos de menguar estén aumentando, quizá tu animo ha sido herido, pero aun y con todo eso Dios quiere que no te detengas, que no te rindas, porque estás apunto de conocer al Dios que TODO lo puede y si te rindes perderás una gran oportunidad para que tu fe crezca.

Hoy quiero invitarte a tener fe aun cuando las cosas no vayan como esperas, quiero motivarte a no dejar de confiar en Dios aun cuando los problemas lejos de menguar aumenten, hoy quiero que sepas que ese problema que estás pasando lo único que hará en ti es aumentar y fortalecer tu fe, porque a través de ese problema vas a ver la mano poderosa de Dios actuar sobre tu vida.

No tengas miedo, ni siquiera pienses en rendirte porque Dios está a punto de hacer una maravilla en tu vida, lo único que se necesita para ver maravillas en nuestra vida es seguir confiando, es seguir creyendo que Dios no ha dicho la última palabra y que algo grande viene para tu vida de parte de Dios y será un recompensa hermosa a la fe que mostraste frente a la adversidad.

No permitas que la adversidad te robe el gozo y la paz que recibes del Señor, porque Dios siempre ha dicho que estará contigo, aun cuando las cosas no vayan como esperas, Dios es fiel a su palabra y nunca te dejará, y si Él no te deja entonces tienes que estar seguro que al final todo estará bien, porque Dios es un Dios que calma cualquier tempestad, lo único que necesitamos es confiar totalmente en Él.

¡Adelante, no te desanimes!
“No tengas miedo de nadie,
pues yo estaré contigo para protegerte.
Yo, el Señor, doy mi palabra.”
Jeremías 1:8 (Dios Habla Hoy)

“Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.”
Josué 1:9 (Dios Habla Hoy

 

Cuando lo imprevisto toca nuestra puerta

 
Cuando lo imprevisto toca nuestra puerta
 

Es difícil pensar que nuestra vida puede cambiar de un instante a otro, cuando quizá nos encontrábamos en uno de los episodios más bonitos de nuestra vida, en donde todo era una absoluta paz, pero que de repente todo cambia cuando lo imprevisto toca a nuestrapuerta.

 

Eso imprevisto puede ser una dura enfermedad detectada a un ser querido o a ti mismo, la pérdida del empleo cuando más lo necesitabas, el fallecimiento de alguien a quien amabas y al cual esperabas disfrutar mucho más tiempo u otro suceso que te roba la paz que hasta entonces disfrutabas.

Y es que cualquier de los sucesos imprevistos que mencione puede llevarte rápidamente de un estado anímico bueno a uno no tan bueno, y es que no vamos a negar que cuando la mala noticia llega por alguna razón nuestros ánimos se vienen abajo, no conozco a nadie que en el instante de enterarse de una mala noticia sonría, pero si conozco muchos que de la sonrisa puede pasar al llanto en un solo segundo.

Hay sucesos en los que puede surgir la típica pregunta producida por la falta de respuestas buenas: “¿Dónde está Dios en medio de esto?”, y es que cuando lo imprevistotoca nuestra puerta lo primero que pensamos es: “¿Qué le paso a Dios que dejo que eso viniera a nuestra vida?”. Y no es que Dios no quiera ayudarnos, o que haya desaparecido, ni tampoco que no esté interesado en lo que nos está sucediendo, sino que hay sucesos que tenemos que vivir, que enfrentar, que experimentar, aun cuando no haya nada que disfrutar, y es que si no probamos esos momentos no podemos valorar los buenos tiempo y no necesariamente para valorar los buenos tiempo tienen que ocurrir esos sucesos a veces hasta desagradables, sino que en la clausula de vida estaba escrito que cualquier de nosotros podría sufrir(independientemente de que creamos o no en Dios) sucesos difíciles en el caminar de la vida, todo es parte de la vida que al ser humano le toca vivir.

A veces parecemos interesados espirituales, decimos creer en Dios y por lo tanto exigimos que nada malo nos pase solo por el hecho de creer en Él y cuando lo malo nos pasa nos excusamos al alejarnos de Dios en que él no hizo nada cuando “lo necesitábamos”. Y es que pareciera que nuestra fe está muchas veces ligada a lo bueno o malo que nos puede pasar, mientras lo bueno nos ocurra seguiremos creyendo en Dios, pero cuando cosas malas nos ocurran dejaremos de creer en él. ¡Esa fe no sirve!, esmás, eso no es fe, porque la verdadera fe cree aun cuando no ve lo que quisiera ver.

Entonces la pregunta de este día es:

¿Cómo reaccionar cuando lo imprevisto toca nuestra puerta?

En tres sencillos pasos respaldados en la Palabra de Dios:

1. Tómalo con calma.

“Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes”

1 Pedro 5:7 (Traducción en Lenguaje Actual)

2. Confía en el Señor.

“Entrégale tus cargas al Señor, y él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan.”

Salmos 55:22 (Nueva Traducción Viviente).

3. Espera con paciencia.

“Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”

Salmos 27: 14

No permitas que lo imprevisto destruya tu fe, al contrario, que lo imprevisto sea el medio por el que tu fe crezca y se fortalezca. No busque a quien echar la culpa de lo malo que te sucede, al contrario busca en medio de lo malo a Dios y encontraras el consuelo que necesitas.

¡Dios siempre está pendiente de ti!

fuente: http://www.estereovision.com


 
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